Para mí, los viajes en tren siempre están acompañados de un cierto aire de romanticismo y nostalgia. Hace un mes, aproximadamente, decidí hacerme un regalo y tomarme un día para visitar dos exposiciones de fotografía. Me fui a la estación, compré el pasaje de tren y al día siguiente, muy temprano, me fui rumbo a Madrid. Una de las cosas que me gusta de viajar en tren es que es más cómodo que el avión, puedes disfrutar del paisaje y otorga suficiente tiempo para leer, escribir, pensar o hacer nada. Una excelente preparación para el día que me esperaba.
Vivien Maier
La estación de llegada quedaba muy cerca de la primera exposición que llevaba en mi itinerario: Vivien Maier. Desde que se hizo noticia el descubrimiento del extenso material fotográfico dejado por Vivien Meier, había tenido el deseo de ver una exposición de su obra. También debo decir que tengo sentimientos encontrados en relación a la controversia causada por la manera en se manejó ese patrimonio. Por lo que se sabe de ella, era una mujer muy reservada, sobre todo con su trabajo fotográfico; el cual, en una gran proporción, proviene de carretes sin revelar. Por ende, ni siquiera ella conocía estas imágenes.
Esto último también demuestra que para Maier lo importante era el proceso de fotografiar, más que el resultado final. ¿Cuál habría sido su reacción al contemplar la exposición de esas fotografías suyas que ni ella había visto? También sabemos, por documentación encontrada entre sus cosas, que era muy detallista en cómo quería el procesado de sus imágenes. En notas de su puño y letra, enviadas a laboratorios de procesado fotográfico, constan las instrucciones detalladas de cómo ella prefería sus fotografías.
En todo caso, es indudable su ojo fotográfico y su sensibilidad para retratar a extraños. Su trabajo, con más de 120.000 negativos, confirma que la práctica lleva a la excelencia.
Hiroshi Sugimoto
La segunda exposición a la que fui ese día es la de Hiroshi Sugimoto. Este es otro fotógrafo del cual nunca había visto fotografías impresas. Sugimoto, muy diferente a Maier, nos muestra unas imágenes impecables tanto en contenido como técnica. Los negativos de gran formato permiten obtener una impresión rica en detalles, con un gran rango de grises, evidenciando el contacto de Ansel Adams con Sugimoto.
Otra característica de la obra de Sugimoto es que está cargada de un gran contenido conceptual. Sugimoto, a través de sus fotografías, invita a reflexionar sobre la vida y la muerte, la realidad y la ilusión…
La excelente calidad y coherencia en su trabajo se observa entodas sus series. En esta exposición muestra Seascapes, Portraits, Theaters, Lightning Fields y Dioramas.
«No importa cuán falso sea un tema; una vez fotografiado es como si fuera real».
Hiroshi Sugimoto
«Una diferencia entre la cámara y el ojo humano es que el ojo no tiene obturador. De modo que es como si hubiera una exposición continua. Cuando uno nace empieza la exposición. Cuando uno muere se cierra. Es la única exposición. La vida es una larga exposición».
Hiroshi Sugimoto
A rasgos generales podría describir la obra de Sugimoto como una experiencia exquisita.
Ya por la tarde estaba lista para tomar nuevamente el tren a Santander y en el camino disfrutar del sabor reciente de las dos exposiciones que acababa de visitar para luego empezar a escribir estas líneas que ahora comparto.
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